miércoles, 30 de mayo de 2012

Hambre...

     




      Con la alarma matutina se despierta también el canto que anuncia a los inquilinos impacientes que se manifiestan, haciendo saber que el día ha comenzado. Y todo es motivo de alarde: la hora, el sueño, el calor o el frío, la lluvia o el café. Son las quejas, ese ejercito que sale diario a la batalla sin librar ninguna guerra. ¿A qué y a dónde van las quejas?


Tan insatisfechos, como personajes sacados de “La Merienda” de Cri-Cri, salen las figurillas amodorradas que toman el autobus, bajan, suben y entran en oficinas. Señoras que rechazan expresamente los precios en el mercado, señores que acribillan en su opinión la mala racha de su equipo preferido. Ni tardos ni perezosos los niños les observan y aprenden. Y allá van, renegando de la tarea, el examen y la comida.


Quejas: las eternas insatisfechas, que revelan el vacío que pretende saciarse hasta con la sazón más superflua. La novela, el partido, el alcohol o los vestidos… son placebos que usurpan la plenitud con satisfacciones desechables.


La manifestación en la plaza que olvida su causa al siguiente día, que no resuelve más que la exhibición del descontento. La lucha por un tiempo mejor, que se marchita con el paso del tiempo. No hay un futuro con tiempos mejores, pero hay un presente en el cual invertir: aprendamos a ofrecer, para saber recibir.


El entorno diario es resultado de lo que hasta hoy hemos ofrecido, ausente de esencia, falso de olores y sabores de vida. Lleno de polución, de inconformidades que contaminan la sonrisa, los modos y el humor.


La vida es tan completa, que nacemos justo con lo que se necesita para vivir; es al crecer cuando albergamos a nuestro paso temores y prejuicios que intoxican la existencia. Volvamos un poco la vista adentro, saciemos el espíritu. Ninguno está a salvo de la desgracia, y ninguno está excénto de la capacidad de ofrecer soluciones, satisfechos por lo que tenemos y también por lo que no, estemos dispuestos al esfuerzo por lograr lo que falta… empezando por nuestro interior








Columna publicada en el semanario "Síntesis" en Mérida Yuc, México, y en el periodico sentido.com Miércoles 30 de mayo, 2012.








3 comentarios:

  1. Y decía mi abuela... "Lo único que no tiene solución es la muerte, dentro de la vida todo es posible". A mí todavía me cuesta creerlo.. reconozco que al día de hoy tengo muchos miedos que no son más que molinos de viento...
    Un abrazo, amigo mío.

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  2. "Yo diría que nos pusiéramos todos contentos, sin preguntar por qué..."

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  3. Muchísimas gracias a ambas por leer y comentar, ah!!! y a vos Sher por escribir y formar parte de esto...reitero: gracias a ambas!!!

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