Sembrar ideas en un sustrato fértil, cuidarlas, regarlas, verlas crecer, abonarlas, podarlas, transplantarlas cuando haga falta, y disfrutar de sus frutos llegado un buen tiempo; Sonia Camacho Pérez nos lo propone en una especie de "psicoagricultura" en la columna huésped de hoy, leámosle pues, yo solo puedo decir: "Suscribo".
-Del mismo modo en que el dibujante vuelve trazo lo que imagina, nuestras acciones son la tinta de nuestro pensar. “…Lo invisible se prueba por lo visible”, como diría Whitman...
Nuestro hacer, imprime un reflejo de nuestro ser. Así, del mismo modo en que la semilla cae de la flor, las ideas se plantan en las decisiones, y si como popularmente decimos “cada cabeza es un mundo”, consideremos pues qué tan fértil puede ser la tierra en nuestra cefálica parcela, para que esas ideas alcancen su plenitud.
Hay personas con muy buenas ideas, pero con un campo de acción estéril. Y por igual, hay gente con pensamientos poco amables, pero con un campo de acción muy fecundo; y esto es de preocupar: “No me duelen tanto los actos de la gente mala, me duele mas la indiferencia de la gente buena” (Martin Luther King).
Y así, del mismo modo en que la tierra se contamina con químicos y toxinas que terminan por dejarle estéril, nuestro pensamiento se contamina y pierde fertilidad ante la constante exposición a contenidos chatarra y a múltiples "actividades basura", La indiferencia es una sustancia que poco a poco consume la conciencia.
Del igual forma que la tierra fértil genera frutos abundantes y nutritivos, la tierra contaminada solo puede ofrecer, si los hay, frutos enfermos. Así mismo la sociedad sana, verá crecer niños sanos en cuerpo y mente.
La insistencia diaria de, por ejemplo: “Leer en lugar de ver telenovelas” no tiene la intención de ostentar ó fomentar una vana actitud "snob", no intenta crear grupos humanos elitistas para propiciar una tonta y peligrosa sensación de superioridad de unos por sobre otros..., la intención real es enriquecer nuestro ser con pensamientos más creativos, apartar los contenidos vacíos e inmediatos, y a partir de ahí, poder aspirar a construir sociedades mas sanas, fértiles y justas… La retroalimentación es el abono para la tierra en que crecen nuestras ideas, que más tarde se reflejarán en nuestros actos. Tal como enunció F. Gabilondo Soler en su Despedida: “Seremos cada vez más ricos, queriendo ser cada vez más buenos”.
Que el sello de nuestros acciones sea pues nuestro mejor pensar. Que cada vez tengamos pensamientos más sanos y beneficiosos, y que éstos nos lleven a tomar mejores y más sanas elecciones, no cada seis años, sino a cada minuto.- Sonia C. Pérez.
Columna publicada en el semanario "Síntesis" en Mérida, Yucatán, México, y en el periodico: sentido.com el miércoles 11 de julio, 2012.
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