La enorme cabeza llamo la atención de Luis, quien por enésima ocasión desatendía unas sucias y arrugadas hojas emborronadas en notas musicales; esta vez el pequeño insecto pudo mas que el frío matinal que lo obligo a correr por un suéter, y mas que aquel vendedor inoportuno llamando a la puerta y ofreciendo un extraño remedio contra la caída del cabello, mismo que Luis tenia casi hasta la cintura, tampoco surtió el mismo efecto la interrupción telefónica que inútilmente le recordaba su examen final de composición y que concluyo con un meloso: "te amo". Esta vez Luis lo dejo todo, como si hubiera encontrado por fin algo digno de ser tomado en cuenta; se arrodillo casi religiosamente e ignorando al resto del mundo la miro...era una hormiga pequeña que a primera vista daba la impresión de tener una prominente cabeza, a Luis le pareció una extraña presencia,pues a pesar de su taciturna costumbre de mirar siempre al suelo, nunca antes había visto una en su departamento, el frío tampoco era un buen aliado para el rastrero visitante, y sin embargo, estaba allí, solitaria, casi tanto como el, pensó. Se acerco mas a ella hasta ponerla a pocos centímetros de sus ojos, entonces descubrió que lo que vislumbraba como cabeza, era en realidad un pequeño objeto al parecer metálico o quizá plástico que la hormiga atenazaba vorazmente, mismo que la hacia avanzar en forma dificultosa y dando pequeños tumbos, se acerco aun mas a ella, mirándola con mas detalle, pudo darse cuenta que lo que la hormiga transportaba como valioso tesoro era en realidad una chaquira color ámbar, similar a las que su madre utilizaba en la confección de ciertos adornos navideños, cuando el era un niño; en ese momento recorrió mentalmente cada rincón de su hogar decorado austeramente, y pronto concluyo que ese era el ultimo lugar del mundo en donde el buscaría una chaquira, en caso de necesitarla; mientras tanto aquella que pensó inusual actitud en el insecto, lo sedujo al grado que pronto se descubrió a si mismo agazapado, en sus cuatro extremidades, siguiendo la ruta del esforzado animalito. No era un camino fácil, de vez en vez el peso de la chaquira superaba a la hormiga, haciéndola quedar de cabeza sobre su presa, con muchos esfuerzos volvía a ponerse en pie, o seria mejor decir: en patas, y regresaba a su abnegado recorrido, Luis la ayudo dos o tres veces a recobrar su posición de avance, sin inmutar al osado artrópodo, el insecto mostraba una tenaz obstinación. Por momentos parecía que intentaba cumplir a toda costa una misión ineludible, ya que incluso las dos veces que Luis logro zafar la chaquira con un pequeño alfiler de su feroz cautivadora, en ambas ocasiones la hormiga regreso y trabajosamente la retomo entre sus tenazas para, no con menos trabajo, continuar adelante; Luis quedo convencido del vehemente instinto del bichito, ya que ni siquiera soltó el objeto cuando el la aprisiono contra el suelo con el alfiler.
Para entonces la hormiga con Luis a la zaga llegaba justo al centro de la habitación, allí se detuvieron ambos, la hormiga soltó voluntariamente la chaquira, dio tres o cuatro vueltas en torno a ella como simulando buscar algo, para luego tomar resuelta una nueva dirección, ya sin la chaquira y directo hacia la puerta, Luis intrigado tomo la chaquira entre los dedos y la coloco varias veces justo en el camino de la hormiga, pero fue inútil el intento de que esta se interesara nuevamente en la minúscula pieza; ya para entonces Luis sentado en cunclillas en medio de la habitación, solo se limitaba a seguir con la mirada el camino de la hormiga, mientras sus dedos sostenían el pequeño objeto ámbar.
En poco tiempo la hormiga llego al quicio de la puerta, saliendo justo por debajo de ella.
Esa tarde llovió, y a pesar de ello Luis presento su examen a la hora pactada, sin enterarse del resultado; tomo cafe, visito a su novia, y regreso temprano a casa; antes de entrar al edificio, al umbral de la puerta llego una voz tenue pero dulce que le deseaba buenas noches, casi al mismo tiempo acompaño a la voz una estridente serie de chasquidos que lo sobresaltaron haciéndolo, que olvidara contestar el saludo, era su vecina que vivía dos pisos abajo del suyo, si, esa misma que el había observado por las noches desde su ventana bañarse, la misma que los vecinos murmuraban protagonista de historias que hacían dudar de su honor, la misma que ahora el confimaba tan dulce o mas que como la imaginaba a través del cristal opaco y cubierto del rocío vaporoso de cuando se bañaba, la misma que ahora precipitaba accidentalmente una cantidad incontable de pequeños frasquitos de vidrio, ninguno se rompió, en el pasillo ambos se vieron recogiendo uno a uno cada frasquito, el ultimo lo recogió el percatándose de su contenido: chaquiras amarillas.
Al dia siguiente el clima mejoro, el recibió los resultados de su examen, tomo cafe, no acudió a la rutinaria cita con su novia, y regreso mas temprano a casa que de costumbre, de su hombro colgaba una guitarra, y de su cuello un improvisado collar hecho de hilo color negro, de donde pendía a su vez, tan solo, y a manera de dije una pequeña chaquira de color amarillo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario