Es verdad: determinar si eres competitivo o no, a través de un sistema numeral en donde la diferencia de una décima te podría condenar a ser el portador, nada honorable, de las orejas de burro, no parece ser lo mas justo ni apropiado!...y sin embargo argumentar, como lo hizo el secretario de educación publica: Cordova Villalobos, que reprobar es retrogrado y propio de sociedades poco "avanzadas", es pretender de un plumazo y decreto integrarnos a un primer mundo, del cual tampoco entendemos mucho, y aún estamos muy, muy lejos.
Todo avance debe ser gradual, planeado y por etapas, sobre todo si, como sucede, nuestro atraso es ancestral, y tenemos que aceptarlo: producto también de una idiosincracia arraigada muy tendiente a evitar evaluaciones y escrutinios, mucho menos a someterse a ser descalificada y reprobada; en general las sociedades latinoamericanas no somos proclives a la autocrítica, queremos autonomía indígena e integración nacionalista, queremos gobiernos democráticos pero apelamos a su paternalismo, exigimos libertades de diversa índole pero no somos capaces de asumir actitudes tolerantes, mucho menos de aceptación ante grupos humanos que disienten en nuestra forma de pensar o actuar, queremos un sistema educativo mas eficiente pero tampoco asumimos la formación fundamental de nuestros chicos en casa...y es aquí donde radica la raíz del problema: los gobiernos corruptos, la idiosincracia retrograda, los maestros esquivos a su evaluación, los chicos reprobados, y todo este conglomerado de tragedias nacionales, y otras muchas mas, tienen su génesis y podrían tener su fin en los espacios mas íntimos de nuestro propio hogar, reprobar y aprobar forma parte de integrar un código de valores...continuara.
Columna publicada en el semanario "Síntesis" en Mérida, Yucatán, México, y en el periodico: sentido.com el miércoles 29 de agosto, 2012.